Ninguna persona sexualmente satisfecha se queja, y las personas que se quejan, nunca estarán sexualmente satisfechas. Según la intensidad y la frecuencia de la queja, podría necesitarse de la actuación de un sexólogo, un psiquiatra, la virgen de Lourdes, un exorcista, y en casos ya extremos; un psicoanalista argentino.
Huid de los que se quejan, donde hay queja no hay felicidad, ni nada que se le parezca.