Es posible afirmar que cualquier forma de jactancia proviene de una imbecilidad, frecuentemente engrasada por un complejo o un miedo.
Quién se vanagloria de algo, se presume superior SIEMPRE. En este sentido, el orgullo puede ser la forma más radical de un prejuicio, y el exhibicionismo su manera más expresiva. La combinación es letal, sobre todo en aquellos que han pasado del menoscabo al culto exigido.
Del menoscabo al culto
