A mi hija, que no me deja dormir.
Te miro para aprender a ser feliz.
Te abrazo para que te sientas segura.
Te acaricio para que te sientas amada.
Te revelo el truco para que no te dejes engañar.
Te llevo a todas partes pero eres tú quién me lleva.
Te digo “no se” para que averigüemos juntos.
Te regalo libros para que sepas estar a solas.
Te empujo para medir tus fuerzas.
Te escucho para saber qué sientes, y también, para saber qué he dicho.
Te cuido para curarme heridas que me hice yo sin darme cuenta.
Te guardo feliz en mis ojos cada vez que me voy para que te veas feliz en mis ojos cada vez que me ves.
Te apoyo para tengas fe en ti.
Te digo que te quiero a cada rato, porque el amor debe decirse.
(Y porque también debe leerse, te escribo estas cosas).
Hija mía, estoy inmerso en este amor con toda su hermosura y su pavor.