Toda pasión sexual conduce al despilfarro, pero ningún otro despilfarro será tan inolvidable ni (también hay que decirlo) te dejará tan desolado cuando te des cuenta que se te acabó el crédito en el sexo. Cuando nos vemos envueltos en una relación sexual apasionada estamos preparados para aceptar lo inaceptable; ese absurdo es también una forma de inmortalidad. Cuando ese hermoso fuego se extingue, lo que queda es un cuerpo exhausto y vacío y una mente trastornada por los jueguecitos que generaron el incendio. Toda relación que empieza apasionadamente te da la posibilidad de saber lo absolutamente descabellado que alguien es capaz de hacer por otro cuando está poseído sexualmente y qué es lo máximo que puede dar de sí. (No lo más valioso, ni lo mejor para ti, necesariamente). Con el tiempo, sin que tengas que hacer nada, conocerás qué es lo mínimo. A veces lleva unos meses y otras unos años. Si además hay humor en común puede que muchos años.
La pasión sexual sirve para conocer los límites de una profundidad, no de una extensión, por eso no se puede detener, porque no se puede retomar.
La pasión sexual es un sentimiento que no se puede fingir. Y al igual que el amor es difícil de encontrar, las dos cosas en una misma persona; ya ni te cuento.