Cuenta una historia que un hombre se cruzó con una mujer exuberante en una discoteca y tras una noche de baile, risas y copas, acabaron en la suite de un hotel de lujo. La mujer entró al baño, y al cabo de un rato, salió desnuda dispuesta a enloquecer al fulano, que al girarse, dio un respingo yse dirigió al baño de inmediato para comprobar que allí dentro, sobre un sillón de terciopelo, yacían todas las cosas que le habían vuelto loco en aquella mujer; un vestido de lentejuelas, unas trenzas rubias postizas, unos zapatos de tacones de veinte centímetros, y ropa interior Victotoria´s Secret. El tipo salió del baño con la botella de champán en una mano y la copa en la otra; y con un tono extraño y un poco desanimado le dijo:
- Lo siento pequeña, eres bonita. Pero a la vista de lo que ha quedado de ti después de desnudarte, prefiero hacer el amor con lo que has dejado en el sillón de terciopelo.
Que razón llevas. Vivimos en una sociedad tan superficial que muy poca gente es la que se muestra tal y como es, compartiendo sus defectos sin miedo y sin pensar en la opinión de lo demás.
Hay que ser natural, ser uno mismo siempre y no pretender mostrar una apariencia falsa que a lo único que nos lleva es a la decepción tanto de terceras personas como de uno mismo; ya que, ante todo, lo que conseguimos pretendiendo ser lo que no somos es fallarnos, en lugar de valorarnos e intentar crecer como personas que es lo realmente importante.