¡Conócete, joder!

Share
0
(0)

Resulta tremendamente llamativo, y un poco sospechoso también, a decir verdad, que tanto los hombres como las mujeres tengan una percepción de sí mismos tan alejada de la que unos tienen de los otros. Por la manera en que cada cual se valora da la impresión de que son la creación perfecta, pero a juzgar por la opinión que tienen del otro, cualquier psiquiatra los encerraría a todos. Resulta  sospechosa la cantidad de defectos que ven en los otros como las incontables virtudes que cada cual asegura poseer, algo francamente imposible porque no hay tantas. (No así defectos, que son imposibles de enumerar. Los hay incluso sin catalogar. Yo he conocido personas tan repugnantes que aún hoy no sabría identificar de qué defecto procedían sus execrables comportamientos).
Queda demostrado que debe ser endemoniadamente difícil conocerse a uno mismo. Nadie sospecha lo más mínimo la clase de gentuza que puede uno llegar a ser, según qué circunstancias.
Durante mucho tiempo estuve persuadido que los defectos eran virtudes exageradas (era muy joven ¡Por amor de Dios!). Posteriormente me convencí de algo que parecía más bien lo contrario. Ahora no tengo la menor idea de para qué sirven ciertas virtudes y por qué son tan reprobables ciertos defectos. Además de no estar convencido, muchas veces, de cuál es cuál. Lo que para unos es cautela, para otros es cobardía, los que para unos es amor para otros es un vicio.
A veces decimos que conocemos algo sólo porque lo aceptamos sin tener la más zorra idea de lo que es. Por otra parte la fascinación no existiría si no existiese lo desconocido. ¡Qué lio!

¿De cuánta utilidad te ha parecido este contenido?

¡Haz clic en una estrella para puntuar!

¡Siento que este contenido no te haya sido útil!

¡Déjame mejorar este contenido!

Dime, ¿cómo puedo mejorar este contenido?

Share

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *