Paranoicos hay en todas partes. Hace poco he descubierto la paranoia heterosexual: Una lesbiana se quejaba de ver “heterosexualidad hasta en la sopa”. Su equivalente en racismo paranoico sería oír a un blanco en África quejarse de ver muchos negros.
Una activista del LGTBI dice que está harta de tanta heterosexualidad y hay que tragar porque al pertenecer a un colectivo discriminado…… ¡Como si no hubiese paranoicas, racistas, prejuiciosas, y gilipollas en ese colectivo!
¡Pues no, joder, NO! Si estás en África y te disgusta ver que los negros son mayoría, el problema no lo tienen los negros, lo tienes TÚ. Y si vives en un país dónde hay más heterosexuales y te disgusta, el problema también lo tienes TÚ. Lo mismo ocurriría si hubiera más mujeres, o más hombres, o más “mayoría” de lo que sea que no seas TÚ.
Cualquier asociación puede estar constituida, ¡Incluso dirigida! por un/a gilipollas. Pero si no podemos señalar al imbécil sin que el grupo al que pertenece se sienta atacado, entonces el problema ya lo tenemos todos los que no pertenecemos a ese colectivo, ni queremos ser gilipollas.
A mí, por ejemplo, el señor Grande Marlasca me convence (un poquito) más que el señor Tony Cantó (por mencionar dos homosexuales que se dedican a la política). También podría decir lo mismo con relación a las mujeres, los hombres, los negros, los orientales, los inmigrantes, los ricos, los pobres, las lesbianas, los obesos y por supuesto; las minorías y las mayorías. Hay gente que me inspira confianza y otra que no. Pero sobre todo, hay gente muy peligrosa en todas partes. Y su peligro proviene del odio y la frustración por una realidad que contradice sus deseos, como la lesbiana que se queja de ver heterosexualidad hasta en la sopa.
Hay que poder decirle a esa pelotuda, aunque sea lesbiana, que su comentario es propio de paranoicos. Y hay que poder opinar, sin complejos, que reseñas como esas son nocivas para la convivencia. No porque ella sea lesbiana, sino porque es imbécil.
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