Intento por todos los medios que mi hija no le coja a la escuela la misma fobia que le cogí yo. Solo cuento con dos recursos, (ninguno de ellos aprendidos en el colegio, por supuesto); el humor y la diversión. Si por mí fuera, mi hija iría a la escuela dos días a la semana; los sábados y los domingos. No se cuanto tiempo me va a durar la estratagema. Mientras tanto la compenso como puedo por todo el aburrimiento y la cantidad de cosas inútiles que debe aprender cada día.
Papá – me preguntó hace unos días – ¿Tu sabes dónde desemboca el Ebro?
Si hija. Pero a mí lo que me interesa es dónde desembocan las ideas – le respondí guiñándole un ojo con una gran sonrisa.