Quiero decirte algo que nadie nunca te dirá por dos razones; porque la mayoría no lo sabe y los que lo intuyen no se atreven: Los padres somos todos un poco ridículos.
No por las diversas definiciones que los diccionarios dan de lo ridículo, sino por una razón apenas advertida, que tiene un desliz de tristeza: El tiempo nos vuelve ridículos a los adultos porque el presente llega un momento en que ya no nos necesita, nos rechaza, le molestamos. Necesita juventud. Si tú comprendes eso, cuando seas padre te volverás valioso para tus hijos, porque no te resistirás neciamente a vivir dónde el tiempo late; en ellos.
(De mi libro; LOS HOMBRES QUE HACEN FALTA)