¡La madre que nos parió!

Share
0
(0)

Los seres humanos somos duales y contradictorios; decimos una cosa y hacemos la contraria. Tenemos dos opiniones contrapuestas del mismo collar en distintos perros. Criticamos a otros que hacen algo que, perfectamente haríamos nosotros, si pudiéramos. Amamos y detestamos el mismo perro según el dueño que lo pasea. Cada uno es estupendo, y los demás conducen muy mal. Estamos en condiciones de ponernos en lugar de otro siempre y cuando con ello podamos justificarnos. Cuando nos piden que confesemos un defecto, después de pensar media hora, aunque traicionemos la confianza de nuestra pareja, desatendamos las necesidades de ternura y paciencia de nuestros hijos (si los tuviéramos), mintamos como bellacos o estemos en la cárcel por estafa, diremos, ladeando la cabeza – Soy demasiado sincero – ¡La madre que nos parió! Queda muy literario y psicoanalítico decir que los humanos somos así; duales y contradictorios. ¡Qué caraduras! Si fuésemos “demasiado sinceros” como pregonamos, deberíamos decir: Somos cínicos y nos arrimamos al solecito que más calienta. Somos discretos, pero no dejes tu correo abierto o tu móvil a mano. Celebramos el día de los enamorados sabiendo que la mitad somos infieles y la otra mitad cornudos. Le pedimos a alguien que nos tengan paciencia para que  se cure las heridas que “nosotros” le hacemos constantemente. Puede que algunas personas sean auténticamente duales y contradictorias, pero la mayoría somos, francamente, unos oportunistas.

¿De cuánta utilidad te ha parecido este contenido?

¡Haz clic en una estrella para puntuar!

¡Siento que este contenido no te haya sido útil!

¡Déjame mejorar este contenido!

Dime, ¿cómo puedo mejorar este contenido?

Share

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *