La casa de una mujer

Share
0
(0)

Cuando entres a la casa de una mujer, mira cuidadosamente a todas partes, porque cada rincón, cada objeto, cada detalle te revela a su dueña. En el hogar de una mujer, todo tiene una razón de ser, estética o emocional. Nada está dónde está porque sí, ni por casualidad. Si te fijas bien, notarás

que las mujeres tienen una tendencia a personalizar todo lo que poseen, es una manera de singularizar el vínculo, de transformarlo en algo único e irrepetible. La estética, en una mujer, juega un papel tan decisivo que no existe prácticamente nada que capte más intensamente su interés. Una mujer puede comprar (si le parece muy mono) a un precio exorbitado (mejor aún si es abusivo) un juego de café cuyas tazan tengan las asas por dentro. La razón de tal actitud es porque la funcionalidad en ellas despierta el mismo interés que las arañas. Ni el objeto más inútil e incómodo puede impedir que ella lo disfrute, si verdaderamente gusta a sus ojos (muchos hombres jamás tendrían la más mínima oportunidad de formar pareja con una mujer si no fuese por esta peculiaridad). La visa de entrada al universo femenino es “me gusta”. Pero ¡Ojo! Dura lo mismo que una visa, y hay que renovarla constantemente, hasta que un día te la denieguen. Porque, esto hay que decirlo, la mujer no se aburre de las cosas; se harta de ellas, y es muy fácil que algo pase de ser  interesante a insoportablemente odioso. Frecuentemente le ocurre también con los hombres.
   En el hogar los espacios y las personas se subordinan a los objetos, que parecieran tener criterio propio.
   Uno (otro) de los errores frecuentes que cometen los hombres, es pensar que las mujeres cambian constantemente para alcanzar la perfección, cuando sencillamente lo que intentan es huir de la repetición. Las mujeres detestan los pequeños retoques y las correcciones, que son los procelosos cambios con los que se busca lo excelso. Ellas prefieren los cambios radicales, que no tienen otra finalidad que la de sustituir una cosa por otra sin concederle la menor importancia a las cualidades verdaderas. De hecho, no es ni siquiera remarcable que cambien para peor, total ¡Ya lo cambiarán nuevamente! Esta necesidad orgánica de cambiar, abarca también su persona, y puede ser tan fuerte, que hace parecer al travestismo y el desdoblamiento de la personalidad, un jueguito de marionetas comparado con lo que una mujer es capaz de hacer para diferenciarse, no ya de otras mujeres, sino incluso de ella misma.
  Los hombres, como siempre tan egocéntricos en sus apreciaciones, creen que los cambios femeninos son a causa de ellos, cuando es más que evidente que ninguna mujer cambia como respuesta a estímulos externos sino para que “lo exterior” se estimule con ella.
                “La mujer es el estímulo para el mundo que los hombres han creado”
o si se prefiere:
             “Los hombres siempre están pensando en las mujeres inmediatamente                                            después de pensar en ellos mismos”.
    Otra de las características de un hogar femenino es la presencia de objetos evocadores. Un instinto poderoso las advierte de que a todo momento maravilloso le sucederá una decepción, y por ello se esmeran en conservar una muestra de lo bello que puede ser algo antes de convertirse en una porquería. Una mujer puede hacer una hoguera con un sillón de época o un piano de cola si tiene que combatir el frio, pero no se desprendería jamás de aquel tapón de champán que formó parte de una escena de su vida que podría haber sido llevada al cine. Las mujeres guardan sus recuerdos bellos en los objetos, que necesitan que estén a su lado cuando la soledad y ciertas angustias se exceden con ellas, cuando un hombre las traiciona, o cuando se dan cuenta de que han aumentado de talla.

Mensaje para hombres; cuando entréis a la casa de una mujer, moveos con mucho cuidado, porque estáis, virtualmente, también dentro de quién la habita.

De mi libro VIVIR EN PAREJA  

¿De cuánta utilidad te ha parecido este contenido?

¡Haz clic en una estrella para puntuar!

¡Siento que este contenido no te haya sido útil!

¡Déjame mejorar este contenido!

Dime, ¿cómo puedo mejorar este contenido?

Share

2 thoughts on “La casa de una mujer

  1. Es muy sospechosa tu seguridad sobre las mujeres y bastante desagradable que siempre aludas a su aspecto físico para machacarlas. Humildad y generosidad también están en el diccionario.

    1. No encuentro en mi artículo «La casa de una mujer» nada que aluda al aspecto físico de las mujeres ni nada que las ultraje. Por el contrario advierto expresas menciones de sensibilidades y valores de lo emocional en contraposición al egocentrismo pragmático de los hombres:

      «Una mujer puede hacer una hoguera con un sillón de época o un piano de cola si tiene que combatir el frio, pero no se desprendería jamás de aquel tapón de champán que formó parte de una escena de su vida que podría haber sido llevada al cine».

      «Los hombres, como siempre tan egocéntricos en sus apreciaciones, creen que los cambios femeninos son a causa de ellos, cuando es más que evidente que ninguna mujer cambia como respuesta a estímulos externos sino para que “lo exterior” se estimule con ella.

      La invitación a respetar «el espacio emocional de las mujeres» queda expresado en la frase:

      «Mensaje para hombres; cuando entréis a la casa de una mujer, moveos con mucho cuidado, porque estáis, virtualmente, también dentro de quién la habita»

      Por lo demás; haces bien en dudar de mi seguridad sobre las mujeres. Acaso solo sea una ansiedad desesperada mía por conocerlas lo que me hace expresarme así. A mí, en cambio, cuando escucho hablar a las mujeres con tanta seguridad sobre los hombres, siempre pienso que tienen «algo» de razón. Aunque hayan conocido solo un hombre en su vida.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *