Se ha puesto de moda identificar a la gente toxica; amigos, pareja, compañeros de trabajos, o simples vecinos. Hablan de toxicidad afectiva, emocional. Nos advierten sobre personas manipuladoras que se acercan con intenciones de abusarnos. Celosos, paranoicos, infantiles, egoístas y asfixiantes son algunas de las características con las que los expertos identifican a la gente tóxica. Sin embargo no escucho a los expertos hablar del sistema tóxico en que nos quieren hacer vivir los políticos tóxicos, la banca tóxica, el Parlamento tóxico, y los medios de difusión tóxicos que nos envenenan cada día con noticias tóxicas que nos recuerdan minuto a minuto que estamos en un mundo atroz y sin remedio que no podremos cambiar y del que somos responsables todos a partes iguales.
Lo cierto, es que no hay «tanta» gente «tan» tóxica a nuestro alrededor, o al menos la que hay no es mortífera para nuestra felicidad; lo que sí es verdad es que vivimos en un sistema fundamentalmente dominado por gente tóxica que no nos conoce y a quienes les importa una mierda lo que sienten y hacen los otros. El noventa por ciento de las personas a las que advierten de lo peligroso que son las personas tóxicas a su alrededor, no necesitan que los ayuden a identificar a estos cretinos, la mayoría de ellos, de una manera u otra, lo saben o lo intuyen. Pero ni todos ellos juntos llegan a ser tan tóxicos como la auténtica mierda de democracia que nos están haciendo padecer nuestros benditos políticos, y los programas de televisión que intoxican a millones de personas divulgando maneras y filosofías de vida contrarias a cualquier forma de dicha humana; fomentando la competencia, el exhibicionismo y el esperpento, a cualquier nivel y con cualquier excusa; eso sí que es tóxico y eso sí que hace MUCHO DAÑO A MUCHA GENTE.
Con el equívoco título de “Diez claves para evitar a esas personas tóxicas que te complican la vida” un artículo de Ivan Gil en El Confidencial los identifica así:
- Los amigos tóxicos tienen una gran capacidad psicológica, adivinan los temores y fantasmas de sus presas para saber cómo seducir a sus víctimas.
- Saben darle la vuelta a una situación con mucha habilidad, llegando a presentarse como víctimas cuando en realidad son verdugos.
- Son como depredadores, vampiros que no respetan la autonomía de los demás y les imponen sus propios criterios.
- No tienen principios o estos varían en función de sus objetivos o contexto
- Son impermeables a la culpabilidad.
- Son excelentes estrategas, pacientes y constantes hasta que consiguen sus objetivos.
- Les gusta sembrar la duda sobre las cualidades y las competencias de los demás para descalificarlos y eliminar su autoestima
- Esconden una incoherencia entre su discurso y su comportamiento: por un lado se llena la boca con propuestas altruistas, mientras que luego actúan sólo en base a su interés personal.
- Los tabúes morales no existen para los “buenos intoxicadores”, puesto que conciben a los demás no como una persona digna de respeto o compasión, sino sólo como un objeto más o menos útil.
Invito a todos los lectores a que hagáis una lista de personas que conozcan con todas esas características y veréis que no hay tantos. Sin embargo os invito a mirar hacia los centros de poder político, financiero, informativo y los productores de TV basura, y verán que la mayor cantidad de personas que mandan y medran ahí reúnen todas las característica arriba descritas sin saltarse ni una.